domingo, 18 de noviembre de 2007

Mi amigo Lluís

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El pasado sábado murió mi amigo Lluís.
El cáncer pudo con él.
Me lo confesaba pocos días antes; después de que le retiraran la quimioterapia se sentía derrotado. Mientras estuvo en tratamiento, tuvo dónde agarrarse. Ahora –decía– ya es sólo cuestión de lo que tarde el cáncer en acabar conmigo.
Lluís era un tipo peculiar. Tenía un aspecto recio, algo tosco. Su mirada era profunda e intensa. Tenía una mente privilegiada.
Creo que, técnicamente, a los individuos como él se les denomina “superdotados”.
Le conocí en la escuela, su hija Laia iba unos cursos por delante de mi hijo mayor, Marcel. Inmediatamente me sentí fascinado por su fuerte personalidad.
Cuando hace cinco años, estando yo en Barcelona, me llamó mi primo Víctor para comunicarme que le habían ingresado, que había sido diagnosticado de un cáncer de colon y que le habían extirpado parte del hígado y de los intestinos, empecé a prepararme para este momento.
Uno nunca está suficientemente preparado para momentos como éste.
Lluís tenía las llaves de mi casa, entraba y salía a voluntad. Venía a menudo a conectarse a Internet. Era un hombre ávido de conocimientos y sus consultas a páginas especializadas en cualquier tema eran frecuentes. Tenía una curiosidad insaciable.
Ahora se me hace difícil pensar que ya no voy a escuchar el sonido de la llave girando en la cerradura. Se que con el tiempo me acostumbraré a su ausencia. Pero ahora, cuando recuerdo ese sonido peculiar, los ojos se me humedecen y las lágrimas afloran.
Ya no escucharé sus pasos descendiendo por la escalera de madera que conduce a mi estudio. Ya no podré pronunciar la frase de bienvenida: ¡Hombre! Don Luí. Com va tot?
Ya no.
Lluís y yo habíamos colaborado en algunos trabajos. Era el colaborador ideal. Comprendía rápidamente, siempre cumplía, era puntual y absolutamente fiable. Su trabajo era impecable y sin fisuras. Era preciso, minucioso, preciosista hasta el extremo. Disfrutaba con los retos.


Esta foto quedó en una de las carpetas del disco duro.
La hizo él durante alguna de las sesiones de trabajo.
Nunca la eliminé.

4 comentarios:

alfonso dijo...

Tal vez este no sea el lugar adecuado...
Sinceramente, me sumo a tu dolor.
Y me alegro de que tu homenaje sea una foto... que en este caso no vale por mil palabras. Vale por mil sentimientos.

E Bosch dijo...

Gracias, Ñoco, un abrazo.

Anónimo dijo...

Mi querido y entrañable amigo, comparto tu dolor. Luis estarà, siempre en tu vida.
En memoria de Luis.....
Nos deja un gran vacìo, que en el corazòn lo sentimos, con tan solo recordar, ese llanto es por un amigo que se fue y que seguira existiendo por que lo recordaràs siempre.
La Ratoncilla.

E Bosch dijo...

Gracias, Ratoncilla, tienes un corazón enorme.

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