sábado, 4 de agosto de 2007

Dos miradas al mundo

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Cuando mi amigo Kike hizo aquel taller de fotografía, pensé que se trataría de uno más de los muchos a los que se apuntaba para llenar los extensos ratos de ocio que le proporcionaba su acomodado trabajo. Pero no fue así.
Me sorprendió que aquella repentina afición por la fotografía acabara ofreciendo resultados tan extraordinarios. Nunca ha dejado de fotografiar, ha ampliado su equipo, ha perfeccionado su técnica y ahora realiza unos trabajos impecables en los que la luz, el encuadre y la composición se conjugan para dar como resultado una obra pulcra, meticulosa y serena.
Después de pasar por una fase en la que el retrato ocupaba su máxima atención, ahora se dedica al reportaje de viajes a lugares lejanos que tanto le gusta visitar. Siempre he admirado su minuciosidad y su dominio de los aspectos técnicos; la luz, la óptica, la profundidad de campo...
Kike, busca las imágenes concienzudamente, las estudia, aprieta el disparador después de un elaborado proceso mental.



Cuando mi amiga Samadhi me mostró sus primeras imágenes tuve un sobresalto. Aquella joven médica mexicana me estaba ofreciendo una visión personal, inteligente y original de su México natal.
Intrépida, exuberante y loca, Samadhi es capaz de jugarse la vida para obtener imágenes de la realidad más sobrecogedora de los barrios pobres de su ciudad. También imágenes casuales, una flor, un pájaro acurrucado en el hueco de una pared, una nevera repleta de “paletas” de helados multicolores, o lo que ella llama “mis alebrijes”, formados por la superposición de elementos dispares.
Samadhi es intuitiva, impulsiva y desbordante. No tiene medida, ve y dispara. Sus planos inclinados, sus encuadres disparatados, su capacidad para suspender el tiempo en un momento crucial, su peculiar visión del mundo y de las cosas, hacen de su obra un conjunto sorprendente, único y personal en el que la técnica carece absolutamente de valor.

Las imágenes que aparecen en La Mirada Plana no obedecen a la necesidad de detener el tiempo, ni a la de aportar una determinada visión personal del entorno. Responden a la simple necesidad de jugar con los objetos y con las herramientas electrónicas.
No importa el objeto sino aquello que se ve después de su manipulación. La esencia sigue allí, la apariencia no.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustan las imágenes y me interesan los links. Es original la forma en que has logrado combinar imágenes sugerentes y links de los que se desprende el compromiso social. El arte se hace más atractivo cuando ofrece herramientas que permiten tomar conciencia de la existencia de desigualdades e injusticias.

Los textos son muy bonitos pero no estaría mal que el lenguaje fuera menos sexista. El leguaje influye en la formación del pensamiento. Sería posible llegar a un compromiso?

E Bosch dijo...

Quizás las y los integrantes de la Real Academia de la Lengua podrían hacer más que yo para evitar que la utilización del castellano resulte menos artificiosa cuando el o la persona que escribe no pretenda ser tildado de sexista. Pero tendré en cuenta tu comentario, querido o querida comunicante anónimo o anónima.
Gracias por tu comentario.

Anónimo dijo...

Entiendo que puede ser complicado y tedioso pero es posible que un pequeño esfuerzo permita que el uso del leguaje sea más equilibrado y menos androcéntrico. Si el rol social de la mujer en la sociedad ha cambiado, porqué no intentar que el leguaje también refleje ese cambio y que facilite que la sociedad evolucione a costumbres más justas e igualitarias?
Para no excluir la presencia de las mujeres en tu texto de contestación, con utilizar formas genéricas es suficiente.

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